Aunque soy un amante del cine y he visto miles de películas, algunas de ellas decenas de veces, nunca me ha gustado hacer reseñas ya que no domino ninguna de las técnicas que encierra la creación de una obra del séptimo arte. Puedo disfrutar de un buen guión, de una buena puesta en escena, de una buena interpretación, de una buena fotografía o de unos buenos efectos, pero sería incapaz de explicar, en la mayoría de los casos, por qué me ha gustado o por qué me gusta más una obra que otra y compararlas con escuadra y cartabón, ciñendome a la ciencia detrás del arte.
Consumo películas, series… de todo, y siempre me cohíbo de reseñar (a no ser que sea para hablar de otros aspectos, como en la entrada sobre Lovecraft en la que usé la película “The color out of space” para intentar reflexionar acerca del porqué resulta tan complicado adaptarlo al cine). A fin de cuentas, como siempre me digo, a nadie le importa mi opinión. Hoy rompo esa costumbre, no porque a alguien pueda interesarle mi opinión, sino porque una serie con tantas dosis de emoción me pide escribir algo, aunque solamente sea para decir por qué me ha gustado tanto.
Esta entrada tiene sobredosis de Spoilers, quedas avisado, lector.
He tenido que vencer muchos reparos para empezar a verla, un poco por mi pereza a la hora de embarcarme en nuevas series de ficción después de tantas decepciones, otro poco por las muchas críticas, que ahora por otra parte me parecen tan desacertadas, en las que sin llegar a “desrecomendar” advertían de la dificultad para arrancar con ella con una primera temporada de digestión difícil y un mucho porque el showrunner, el bueno de Damon Lindelof, ya me había generado sentimientos muy encontrados con la primera serie que odié y amé a partes iguales: “Lost”. El hecho es que, sin saber cómo ni por qué, hace menos de dos semanas decidí comenzar con el piloto y hace un par de días la terminaba, absolutamente encantado.
Si estás leyendo este párrafo asumo que o bien la has visto o bien te importa poco que te la reviente. Creo que un resumen de la serie es innecesario, pero quizás sí que sea importante mencionar la premisa de la que parte la serie para poder analizar el aspecto emocional subyacente en las 3 temporadas. Un día cualquiera, un catorce de Octubre, sin saber cómo un 2% de la población mundial desaparece. En un chasquido, la gente que estaba ahí deja de estar y en su lugar queda solo el vacío de su presencia. La primera decisión que toma la serie me parece tan valiente como acertada: no van a centrarse en qué ha sucedido ni por qué, sino que la serie va a describir el mundo después de ese evento y sus devastadoras consecuencias, con algo muy potente de fondo como es el hecho del duelo y la despedida.
El 2% de la población mundial ha desaparecido de una manera, en teoría, aleatoria y al igual que hay familias no afectadas, nos encontraremos con personajes que han perdido a todos los miembros de las suyas, habiendo quedado solos y, lo peor, sin poder cerrar ese dolor ya que no son capaces de saber si los “que se han ido” siguen vivos en otro lugar.
Obviando una banda sonora increíble, y una primera temporada colosal, en lo que todo el mundo coincide es en que, no habiendo una referencia de un libro para abarcar la segunda temporada, ya que habían agotado todo el material escrito en el que se basa para la primera, la idea y la puesta en práctica del tema central en el que se centra la segunda temporada y después la tercera, es posiblemente una de las mejores secuelas y ejercicios de interpretación del “después qué” de un libro jamás llevados a la pantalla.
A estas alturas de post me doy cuenta de que no quiero entrar en Spoilers, que no tiene sentido. La serie, como un “Lost” mejorado, lo que consigue es que en cada episodio te emociones y que, además, te emociones mucho, llegando a límites que pueden rozar las lágrimas, dependiendo del límite emocional de cada uno, en la tercera temporada.
El duelo, la superación, el propósito de nuestra vida, la muerte y por supuesto el amor. Mucho amor. Porque el final de la serie es un episodio que se aleja de la ficción y de las preguntas inquietantes sobre el qué ha pasado o el cómo y se centra en lo que realmente nos importa como seres humanos, el amor como eje central de nuestra existencia.
Si no la has visto, si has escuchado que es lenta, que la primera temporada es un filtro, confía en mí y dale una oportunidad. Si llevas tiempo buscando reírte de gente completamente loca, si necesitabas ver el sentido de la vida y qué es lo que importa, ponte a ver leftovers y comenta lo qué te ha parecido.
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